28 nov 2012

Capítulo 3. "En dirección a Sevilla" ("Pinceladas al óleo")


"Habían pasado toda la mañana en "El Caldero Chorreante" y después de comer algo se dirigieron al aeropuerto con tiempo suficiente. En Heathrow Hermione se sorprendió con los familiarizados que estaban Ron y Ginny con los aeropuertos.
Facturaron juntos su equipaje y antes de subir al avión tomaron algo en una de las cafeterías de la zona de embarque y compraron algunas revistas y periódicos muggles.
- Hay cosas que, a pesar del tiempo, no se olvidan. - Pensó Ginny al observar a Ron y Hermione.
Hermione había dejado a Ron nueve años atrás por un argentino y su relación con Leonardo se acabó tras muchos años de convivencia y desde entonces se preguntaba qué hubiese pasado si no se hubiese ido a Buenos Aires y si fue un error dejar Inglaterra tras acabar los EXTASIS. Ron intentó olvidarla y ahora convivía con una chica en Kiev, sin embargo, al volver a verla le apreció una mujer aún más atractiva que la chica de la que había estado enamorado en su adolescencia y entonces supo que nunca podría dejar de amarla.
Ron y Hermione charlaban como en los viejos tiempos cuando estaban juntos y no discutían tanto. Ginny leía la revista que tenía en sus manos y pensaba en como podría decirles que se casaba en unas semanas con el heredero de Inglaterra, y eso era sólo el principio, aún ocultaba más cosas.
No sabía qué le pasaba con Hermione, sus ojos sólo veían sus labios y con la mirada la desnudaba. Sentirla tan cerca hacía que su cuerpo temblase y que el ritmo de sus pulsaciones se acelerase. Lo había dicho esa misma mañana, ahora no estaba con nadie pero a Ron le dolió decir que si tenía pareja estable. ¿Qué pasaría ahora que se habían vuelto a encontrar y que haría con Leysana? Quiso convencerse de que Hermione era ya cosa del pasado, y que su presente y su futuro estaban en Kiev junto a Leysana Timoshenko.
Había apoyado su cabeza en el hombro de Ron, cerró los ojos y se quedó dormida. Su mano se deslizó por la barra y se posó sobre la pierna de él. Nunca le iba a perdonar que se hubiese ido a Buenos Aires con todas las consecuencias que eso trajo y no podría volver a ser suyo como en aquellos días de verano ya lejanos. No pudo evitar soñar con Ron, que una sonrisa le iluminase el rostro y que sus mejillas se sonrojasen al igual que a los dieciséis años cuando todos menos Hermione sabían que se había enamorado del chico pelirrojo.
Ron notó en su pierna la mano de Hermione y con delicadeza uno de sus brazos rodeó la espalda de la chica. Volvió a tener la misma sensación de hormigueo que años atrás cuando sólo eran amigos y la abrazaba, y entonces quiso besarla. Estaba dormida y sonreía, sin embargo, se acordó de Leysana cuando sus labios casi rozaban los de Hermione.
Ginny, absorta en sus pensamientos, permanecía ajena a todo lo que pasaba a su alrededor. Tenía una revista abierta sobre sus piernas y entre sus dedos estaba el borde de la página que esperaba que pasase a la siguiente. Había algo en ese reportaje que la entristecía y que hacía que sus pupilas estuviesen cubiertas por las lágrimas. No impidió que éstas resbalasen por sus mejillas y llegasen hasta la comisura de sus labios donde dibujaban el contorno de esos otros que la despertaban cada mañana y a cuyo dueño tanto amaba.
El avión había empezado a descender cuando Hermione se despertó y avergonzada retiró su mano de la pierna de Ron. Ginny dejó de lado sus preocupaciones, pasó las páginas del reportaje a toda velocidad y con disimulo se limpió sus mejillas húmedas por las lágrimas mientras saboreaba las que llegaban hasta sus labios.
- Tengo curiosidad por saber qué ha sido de Harry en estos últimos años. - Comentó Ron.
- Supongo que vendrá al aeropuerto a recogernos. - Dijo Ginny poco convencida.
- En su carta decía que nos esperará allí. - Dijo Hermione. - Sevilla es una ciudad muy bonita, llena de color e historia. - Comentó con una sonrisa.
- ¿Cuándo has estado en Sevilla? - Preguntó incrédulo Ron.


Habían comido en la Feria con la familia de Judith y dieron un paseo por las calles del recinto ferial, que estaban llenas de coches de caballos y de sevillanos que disfrutaban de su fiesta más tópica, antes de que Harry se dirigiese al aeropuerto y Judith se reuniese con sus amigas del colegio.
Harry con uno de sus brazos rodeaba los hombros de Judith, ataviada con ese traje de gitana que se había hecho el año anterior.
- ¿En qué has pensado para esta noche? - Preguntó Judith con interés.
- En organizar un picoteo en casa. - Contestó Harry. - Quiero que conozcan la buena gastronomía que hay en Sevilla.
- Podemos hacer "rebujito" con manzanilla y "Sprite" que compré esta mañana. - Comentó Judith con entusiasmo.
- ¿No has bebido ya bastante? - Preguntó Harry preocupado.
- Aún no. - Contestó Judith con sarcasmo. - El truco está en comer y beber a la vez.
- Cariño, me tendrás que enseñar. - Dijo Harry con ironía y la besó.
- Me gustaría que me dejases enseñarles Sevilla. - Comentó Judith risueña.
- No hay ningún problema. - Dijo Harry con una sonrisa. - Ya había pensado en ti para eso.
- Con quien me iba a casar yo, si no era contigo. - Dijo Judith y ambos se rieron.
- ¿A qué hora has quedado con esta gente? - Preguntó Harry.
- A las seis y media. - Contestó Judith.
- Pues llegas tarde. Ya son menos veinticinco. - Dijo Harry mirando el reloj. - Te acompaño a la portada y los saludo que a las siete tengo que estar en el aeropuerto.
- Aún sigo sin entender porqué has estado tantos años sin ponerte en contacto con Ron, Hermione y Ginny si, de verdad, son tan importantes para ti. - Dijo Judith.
- Todavía hay muchas cosas que yo no soy capaz de explicármelas. No creo que me puedas ayudar en esto. - Dijo Harry con resignación.
- Eres tú quien no te dejas. - Repuso Judith algo molesta.
En parte Judith tenía razón, la misma de siempre cuando salía el tema en alguna de sus conversaciones. El único problema que le impedía hablarle abiertamente sobre dicho asunto era que tendría que demostrarle la existencia de un mundo que para ella sólo existía en la literatura pero que aún así le aclararía muchos aspectos sobre el pasado de Harry.
Observó ensimismada la cicatriz en forma de rayo que destacaba en la frente de Harry. Eso fue lo primero que le llamó la atención de su marido cuando le conoció, incluso más que sus penetrantes ojos verdes. Judith desconocía la historia que había tras esa cicatriz tan peculiar y lo qué significaba, sin embargo, siempre que la observaba se sentía atraída por el enigma que la acompañaba.


Sacó el móvil del bolso, cogió la maleta y se alejó. Una voz infantil respondió al otro lado de la línea, la reconoció y le pidió que le pasara con otra persona no sin antes hablar un poco con la primera.
No había podido dejar de mirarla desde que la vio esa mañana entrar en "El Caldero Chorreante". Sabía que no debía pero no pudo evitarlo. Volvía a sentir por Hermione lo mismo que en Hogwarts tantos años había ocultado.
- ¿Qué ahora con Leysana? - Se preguntó a sí mismo.
Habían cogido ya las maletas y se disponían a salir para encontrarse con Harry, sin embargo, vieron a Ginny algo alejada que hablaba por el móvil. Algo ocultaba su amiga, apenas había dicho palabra acerca de su vida después de Hogwarts.
Apenas vieron gente cuando salieron por la puerta de llegadas del aeropuerto de Sevilla. Buscaron a Harry y le vieron en medio del pasillo mirando a todos lados. Le reconocieron por su pelo azabache y su cicatriz en forma de rayo pero ¿qué había pasado con su gafas?
Ron tenía el mismo aspecto que a los diecisiete años, Ginny llevaba el pelo a la altura de los hombros, y Hermione apareció con gafas, el cabello lacio y recogido en una coleta.
- ¡Hola, Harry! - Le saludó Hermione con una sonrisa y un par de besos en la mejilla.
Al saludarle vieron que en su mano derecha lucía una alianza de oro blanco.
- ¿Quién sería la afortunada? - Se preguntaron con la mirada Ron, Hermione y Ginny.
- ¿Qué tal el viaje? - Acertó a preguntar Harry.
- Bien. - Contestó Ginny con un hilo de voz.
- Ha sido como un retorno al último año en Hogwarts. - Comentó Hermione y Harry se estremeció.
- Estoy casado con una chica muggle que no cree en la existencia de un mundo mágico. - Dijo Harry como si hubiese hecho un gran esfuerzo.
No sabía como interpretar las miradas de sus amigos: expresaban sorpresa, incredulidad, enfado... Se había precipitado.
- Ginny, ¿cómo estás? - Preguntó Harry para intentar salir de esa situación tan incómoda en la que se encontraba. - ¿Qué ha sido de tu vida?
Ginny tragó saliva y decidió que había llegado el momento de empezar a revelar más cosas aunque sólo iban a ser unas pinceladas.
- En séptimo te sustituí como buscadora y capitana del equipo de quidditch. Saqué muy buenos resultados en los EXTASIS y durante varios años he sido buscadora de la selección inglesa de quidditch. Vivo en Notting Hill en Londres y en un par de mese me caso en la catedral de San Pablo.
- ¿Qué te casas? - Preguntó Ron con incredulidad. - ¿Cuándo pensabas decírmelo? Soy tu hermano. - Dijo Ron bastante molesto.
- Lo siento pero no sabía como localizarte. Hemos estado mucho tiempo sin saber nada el uno del otro. - Se disculpó Ginny que en ese momento se sentía muy culpable.
- No te preocupes, Ginny. Te perdono. - Dijo Ron al ver lo mal que lo estaba pasando su hermana.
- Estáis todos invitados. - Dijo Ginny y así se sintió más aliviada.
- ¿Y quién es el novio? - Preguntó Hermione con curiosidad.
- Se llama Alejandro. - Contestó Ginny que no quiso dar más datos acerca de su prometido."

Elena Velarde
Febrero 2006 (corregido en octubre de 2010)

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